0. Introducción
La Primera Guerra Mundial desestabilizó la economía
europea y Estados Unidos se erigió en la primera potencia económica mundial.
Tras una etapa de euforia económica, los "felices años 20", el crack
de la Bolsa de Nueva York (1929) desencadenó una gran depresión
económica que se extendió por Europa y otras zonas del mundo. La crisis
económica y el descontento político sembraron el terreno para el surgimiento de
regímenes totalitarios (fascismo y nazismo) con una política exterior
agresiva que desembocó en la Segunda Guerra Mundial.
1. Los “felices años veinte”
Mientras los países
europeos participantes en la Primera Guerra Mundial sufrieron una grave crisis
económica como consecuencia del conflicto, Estados Unidos salió
muy beneficiado con la venta de alimentos, armas y productos industriales
a los aliados. Además, las pérdidas materiales y humanas resultaron pequeñas en
comparación con las que sufrieron el resto de los países beligerantes. Al
terminar la guerra, la hegemonía económica mundial se había desplazado del
Reino Unido a Estados Unidos, que se había convertido en la primera
potencia económica y financiera mundial siendo el
principal acreedor del mundo como consecuencia de los préstamos de guerra
otorgados a los contendientes europeos.
La década de 1920 fue de una gran prosperidad para
EE.UU debido a la transformación del proceso de producción con dos aspectos fundamentales:
1. Aparición del trabajo en cadena (taylorismo)
que contribuyó a incrementar la productividad y a reducir costes.
2. Nuevas
fuentes de energía (electricidad, petróleo) aplicadas a las nuevas
industrias (automóvil) y de nuevos medios de comunicación (radio,
telégrafo, cinematógrafo...).
En esta época, el aumento de los salarios obreros y la
mejora del nivel de vida de la población comportó la aparición de la sociedad
de consumo donde los hogares de la clase media empezaron a disfrutar
de comodidades (calefacción, electricidad, teléfono...) reservadas
anteriormente solo a las clases más privilegiadas. Así las campañas
publicitarias, la compra a plazos y los préstamos bancarios abrieron el camino
a la era del consumo de masas.
La prosperidad económica de los años veinte generó
una gran confianza en el modelo de vida americano y en los
valores que lo sustentaban (iniciativa, esfuerzo individual, éxito) Este nuevo “american
way of life” que prometían enriquecimiento y bienestar a los
ciudadanos, se fundamentaba en el consumo individual y en el desarrollo de los
medios de comunicación que se utilizaron como medio de publicidad y
adoctrinamiento social.
Además, se impuso una nueva concepción del ocio con
modernos espectáculos de masas (cine, deportes, cabarets,
teatro), una nueva forma más desenfadada de vestir y el surgimiento de
innovadoras corrientes musicales (jazz, charlestón, blues). Este estilo de vida
americano, identificado con la riqueza y el bienestar, se convirtió en modelo
para todo el mundo.
En contraste con la expansión americana, la economía
de los países europeos estaba en retroceso (parados,
altos precios, inflación, devaluación de la moneda), especialmente la de
Alemania, que no podía pagar las reparaciones de guerra exigidas por el
Tratado de Versalles. La situación económica europea comenzó a mejorar
gracias a la firma del Plan Dawes (1924), por el que Estados
Unidos concedió créditos a Alemania para estimular su crecimiento
económico, y a los Acuerdos de Locarno (1925), que permitieron
a Alemania renegociar su deuda.
2. La crisis de 1929 y la Gran Depresión
Los orígenes de la crisis fueron la
sobreproducción y la especulación bursátil, que provocó un ciclo de
desconfianza entre los inversores. En la Bolsa de Nueva York se inició una
oleada de venta de acciones que generó que su precio cayera en picado.
La
crisis comenzó en 1929 con el hundimiento de la Bolsa debido
a dos factores fundamentales:
1. La sobreproducción:
las fábricas producían más de lo que podían vender, así la acumulación de
stocks hizo bajar los precios y muchas empresas quebraron. El paro obrero se
extendió y disminuyo el consumo.
2. La especulación
bursátil: Durante los años de prosperidad económica, muchos americanos
invirtieron en la Bolsa, el aumento de la demanda de acciones subió mucho su
precio y generó grandes expectativas de ganancias que no respondían a un
crecimiento de los beneficios reales de las industrias (burbuja especulativa).
El hundimiento de la bolsa comenzó El 24 de
octubre de 1929 (Jueves Negro) cuándo los inversores
(conscientes de que el precio de las acciones era más elevado que su valor
real) pusieron a la venta trece millones de títulos sin que encontrasen
comprador, lo que hizo que su precio cayera en picado, provocando el hundimiento
de la Bolsa. El “crack del 29” precipitó una crisis bancaria, muchos
bancos cerraron por falta de liquidez, cuando la gente
desconfiando retiro sus ahorros y al no poder cobrar los préstamos
a particulares y a empresas arruinadas. Desde Estados Unidos, la
crisis se extendió al resto del mundo cuando los bancos americanos retiraron
sus inversiones europeas y descendieron las importaciones. Este periodo de
crisis económica a nivel mundial y que se prolongó durante la década de
1930, en los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial, es conocido como la gran
depresión.
En 1932, en EEUU, el presidente Franklin
D. Roosevelt presento el New Deal (Nuevo
Acuerdo), un programa que defendía la intervención del Estado para
reactivar la economía y minimizar los efectos de la crisis en dos ámbitos de
actuación:
1. Económico:
se propuso ayudar a las empresas privadas en dificultades, crear empresas
públicas y destruir los stocks agrícolas acumulados. Además,
el Estado estableció un control sobre los bancos, obligándolos a facilitar
préstamos con intereses bajos.
2. Social:
para luchar contra el paro, el Estado promovió un gran plan de obras públicas
(carreteras, embalses…), incentivó el aumento salarial y redujo la jornada
laboral a 40 horas semanales.
En Europa, los países más importantes se reunieron en
la Conferencia Internacional (1933) para luchar contra la
crisis económica de forma conjunta, pero no se pusieron de acuerdo, así que
durante los siguientes años cada uno defendió sus intereses particulares. La
mayoría apostaron por la intervención del Estado para:
estimular la producción (con medidas proteccionistas y ayuda a
empresas en crisis), reducir la inflación (control de precios), estimular
el consumo (aumentaron los salarios) y frenar el paro (ofertas públicas y se
disminución de la jornada laboral).
En este sentido, John M. Keynes (1883-1946)
fue un economista británico que defendió la intervención del Estado para
superar la crisis económica con medidas como: potenciar la
inversión pública en infraestructuras para reducir el paro, potenciar el consumo
aumentando los salarios y ayudar a los parados con subsidios. Sus
teorías se aplicarían después de la Segunda Guerra Mundial y pueden
considerarse el origen del Estado del bienestar.
3. El fascismo italiano: Mussolini
La situación de Italia tras finalizar la primera
guerra mundial fue muy difícil y complicada:
1. Por las graves secuelas humanas y económicas: murieron 700000 hombres, muchas industrias
quedaron inutilizadas, la elevada deuda exterior
provoco el aumento de la inflación y el coste de la vida, mientras que
disminuyeron los salarios y aumento el paro.
2. Por los
acuerdos de paz que supusieron una gran decepción ya que los aliados
no otorgaron a Italia una serie de territorios vecinos que reivindicaba como
propios (Fiume y Dalmacia). Se extendió la idea de que la participación
italiana en la guerra fue un engaño y el irredentismo (Corriente
política que propugna la anexión de territorios que se consideran propios de
una nación por motivos históricos o culturales) ganó adeptos.
3. Por la inestabilidad
política cuando los gobiernos de la monarquía de Víctor Manuel III no
conseguían una mayoría suficiente (entre 1919-1922 se sucedieron
cinco).
4. Por la
fuerte tensión social derivada de la crisis económica que
provoco un numerosas huelgas con objetivos revolucionarios
(algunos campesinos ocuparon las tierras de los grandes propietarios y los
obreros se incautaron de numerosas fábricas). Todos estos movimientos fueron
reprimidos, pero el miedo al estallido de una revolución social como
en Rusia empezó a preocupar a las clases más conservadoras.
En esta situación de crisis y agitación social el ascenso del fascismo fue inevitable. En 1919, Benito Mussolini creó los Fasci de combate, (grupos paramilitares conocidos por sus camisas negras con los que pretendía frenar el auge del movimiento obrero, oponiéndose violentamente a los sindicatos y a sus líderes). Posteriormente los Fasci se transformaron en el Partido Nacional Fascista (1921) que con un discurso populista prometía la construcción de un Estado fuerte y expansionista que garantizase el orden social y la propiedad privada. El partido contó con el apoyo de la pequeña burguesía, con la financiación de los grandes propietarios agrícolas e industriales y con la tolerancia de la Iglesia católica y del mismo monarca.
En las elecciones de 1922, el Partido
Fascista, que tan solo había obtenido 22 diputados, denuncio la incapacidad del
gobierno para mantener el orden y Mussolini exigió al rey que le entregara el
gobierno. Para demostrar su fuerza, organizó una Marcha sobre Roma acompañado
de 300000 camisas negras y el monarca, presionado por los conservadores y
aconsejado por los militares, nombró a Mussolini jefe del gobierno.
Mussolini convirtió el sistema político italiano en
una dictadura fascista, primero persiguió a sus adversarios (socialistas,
comunistas, democratacristianos) y después estableció un régimen
autoritario (1924) que otorgaba prioridad al Estado sobre
los individuos que debían aceptar el gobierno de las élites. Así
los partidos políticos fueron ilegalizados, las huelgas y los sindicatos
prohibidos, las elecciones suprimidas y el Parlamento fue sustituido por la Cámara
de los Fasci y de las Corporaciones que
sustituyeron a los sindicatos.
El Estado ejercía un fuerte control de la
sociedad a través del partido, que dirigía la vida social y dominaba
los medios de comunicación, controlaba la economía y defendía una política
económica autárquica que aspiraba a la autosuficiencia económica
(sistema económico en el que un estado se abastece con sus propios recursos,
evitando en lo posible las importaciones).
Mussolini prometió la creación de un Imperio
italiano que controlara todo el Mediterráneo a semejanza del antiguo
Imperio romano, de hecho el término fascismo deriva de la
palabra fascio, que era un símbolo que representaba la autoridad en la antigua
Roma (un haz de varas rodeando un hacha). Además Mussolini se hizo denominar Duce "guía"
como los caudillos militares romanos, y el saludo, brazo en alto, que
implantaron los fascistas también se usaba en la antigua Roma.
4. La
instauración del nazismo en Alemania: Hitler
En 1918, tras la derrota de Alemania en la Primera
Guerra Mundial, el káiser Guillermo II abdicó de su cargo y se
proclamó la República de Weimar donde los
resultados electorales dieron el gobierno a una coalición de los tres partidos más
comprometidos con la democracia: socialdemócratas (Partido Socialdemócrata),
católicos (Partido de Centro) y liberales (Partido Democrático).
La nueva república se inició en circunstancias
difíciles tras la derrota en la Gran guerra y teniendo
que aceptar las duras condiciones de paz impuestas por los
vencedores en el Tratado de Versalles (1919) con la pérdida
de territorios, la reducción del ejército y las reparaciones
económicas. De este modo los años de posguerra fueron para Alemania de crisis
económica, miseria y paro.
El descontento social hizo surgir con fuerza
movimientos extremistas, por un lado los revolucionarios de izquierda
como la Liga Espartaquista o comunista que aspiraban a una revolución
obrera (levantamientos armados) y por otro lado los grupos de extrema
derecha que consideraban traidor al régimen republicano por aceptar
las condiciones de Versalles y pretendían conseguir el poder por la fuerza (Putsch
de Múnich, 1923, golpe de Estado fallido protagonizado por las milicias
nazis).
En 1920, Adolf Hitler, un soldado de origen
austríaco que no aceptó la derrota alemana de la Primera Guerra Mundial, se
unió al Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores de Alemania (NSDAP)
y se convirtió en su líder. En 1925, desde la prisión donde estuvo encarcelado
nueve meses por su participación en el Putsch de Múnich, escribió
el libro Mi Lucha (Mein Kampf), donde
expresó su desprecio por la democracia parlamentaria, su odio al bolchevismo,
defendía el antisemitismo, la superioridad de la raza aria y la necesidad de
forjar un gran imperio (Reich) que uniese a todos los pueblos de habla
alemana.
Para convencer a las clases trabajadoras, Hitler
utilizó una gran demagogia prometiendo trabajo para todos,
reducción de los beneficios industriales, mejora de los salarios y una sociedad
más solidaria, además de arremeter contra los que acusó de ser los responsables
de la crisis alemana (judíos, comunistas y demócratas).
El Partido Nazi escogió la bandera roja con la cruz
gamada como emblema y se dotó de organizaciones paramilitares como las Secciones
de Asalto (SA) y las Secciones de Protección
(SS). Estas milicias protagonizaron
insurrecciones y se enfrentaron a las organizaciones de izquierda,
presentándose como una garantía de orden social frente a la agitación
revolucionaria.
Después de una relativa mejora de las
condiciones económicas y de una cierta estabilidad social gracias al Plan
Dawesy los Acuerdos de Locarno, las consecuencias de la crisis de
1929 llegaron a Europa, resultando especialmente graves
para Alemania dada su situación de posguerra (retirada del capital americano,
bancos en quiebra, cierre de fábricas y un gran aumento del paro). El
malestar social inclinó a una buena parte de la población hacia las propuestas
de los partidos extremistas como el Partido Comunista
apoyado por los intelectuales y la mayoría de obreros, y el Partido Nazi
apoyado por Burgueses arruinados, campesinos y obreros desesperados.
Para frenar el ascenso comunista, las fuerzas
conservadoras presionaron al presidente de la republica alemana, Paul von
Hindenburg, para que nombrase a Hitler canciller de
Alemania (un cargo político importante). Para poder contar con una
mayoría parlamentaria, Hitler convocó nuevas elecciones (1933).
En plena campaña electoral, se produjo un incendio en el “Reichstag” (sede
del parlamento alemán) y los nazis acusaron falsamente a los comunistas de
haberlo provocado. Este incidente sirvió de pretexto a Hitler para proclamar el
estado de emergencia, perseguir a sus adversarios y recortar las libertades
civiles. En este estado excepcional, el Partido Nazi obtuvo el 44% de los
sufragios. En 1934, tras la muerte de Hindenburg, Hitler se proclamó Führer y
canciller del III Reich. El camino hacia la dictadura en
Alemania había comenzado.
5. El III Reich alemán: totalitarismo nazi,
autarquía y rearme
En 1934, los nazis
transformaron Alemania en una dictadura monopolizando todo el
poder y adoptando las siguientes medidas fundamentales:
1. Se
acabó con la democracia cerrando el Parlamento y suprimiendo las
elecciones.
2. Se prohibieron
los partidos políticos y los sindicatos, el único sindicato permitido al
que era obligatorio afiliarse fue Frente del Trabajo Nacionalsindicalista
controlado por el Reich.
3. Se persiguió
a la oposición convirtiendo Alemania en un Estado policial con
un régimen de terror impuesto por nuevos cuerpos policiales (las SS y la
GESTAPO).
4. A
partir de 1933, se crearon campos de concentración para
recluir a los disidentes y enemigos del Reich.
5. La
Administración pública fue depurada con una ley que autorizaba el
despido por razones políticas y raciales.
6. Los
poderes locales fueron suprimidos en los diferentes Estados alemanes (lander)
y transferidos al Reich.
Los nazis ejercían un control total sobre la
sociedad alemana lo cual significaba:
1. La
defensa de la superioridad de la raza aria y la ideología
nacionalsocialista.
2. El
mantenimiento de la pureza racial que fue la excusa para
perseguir a los judíos, primero boicoteando sus negocios, luego con Leyes
como las de Núremberg (impedían los matrimonios mixtos y excluían a los judíos
de la ciudadanía alemana) y finamente recluyéndolos y exterminándolos en campos
de concentración.
3. Asegurar
el adoctrinamiento de los jóvenes arios con un sistema educativo
que debían seguir las consignas nazis (Juventudes Hitlerianas), de modo
que los artistas e intelectuales que no las seguían fueron perseguidos y
sus obras censuradas.
4. La
marginación de la mujer con un papel social muy limitado a
las llamadas tres "K": Kinder, Kirche, Küche (hijos,
iglesia, cocina).
El
III Reich planteó un proyecto expansionista que
uniese a todos los alemanes en un único Estado y dominase nuevos territorios
para asegurar el sustento de la población alemana (espacio vital). Para
conseguir sus objetivos militares y expansionistas, los nazis, llevaron a
cabo una política orientada en dos aspectos:
1. Conseguir la
autarquía económica (producir dentro del país todo lo necesario) que
preparase a Alemania para la guerra dando prioridad a la industria pesada (armamento).
2. Creación de
un poderoso ejército reforzando las fuerzas armadas con la institución
del servicio militar y la creación de un nuevo ejército, la Wehrmacht,
y de una aviación moderna, la Luftwaffe.
Con
una economía orientada hacia la guerra y un fuerte ejército, Hitler se sintió
preparado para lanzarse a la construcción de un gran imperio. El
camino hacia la II GM estaba preparado.